A veces me pregunto porque soy tan feliz y la respuesta es porque la vida que estamos viviendo se parece mucho a la que soñamos años atrás.
El secreto de la felicidad es soñar. El secreto del éxito es hacer realidad esos sueños.
No me malinterpretes: hay días donde las cosas no marchan como quisiéramos, donde tengo desacuerdos y hasta discusiones con Michele. Algún plan no sale como quisiera o simplemente no estoy de humor. Sin embargo, en sentido general es muy fácil volver a mi estado de ánimo de esperanza, felicidad y expectativa.
¿Por qué comparto esto? Porque estoy convencido que esto se aprende porque yo lo aprendí. Recuerdo cuando no me sentía así, cuando iba de frustración en frustración y nunca estaba conforme. Todo empezó a cambiar cuando me di cuenta de que podía decidir qué hacer con mi vida en lo familiar, personal, espiritual y profesional y empezar a perseguir ese resultado.
Me di cuenta de que para todo lo que quería vivir había libros escritos y que todo lo que quería lograr ya otros lo habían hecho. Que realmente lo único difícil era definir lo que quería y sentirme capaz de lograrlo sin que lo que otras personas pensaran que yo debería hacer se interpusiera en mi camino. Lo demás era solo tiempo, trabajo y paciencia.
Ya que no saldrá vivo de esta vida, ¿porque no ser el mejor esposo, padre, hijo, el mejor Yo que pueda ser? Lo interesante es que esa competencia conmigo la gano y me anima a seguir compitiendo. Mi problema era cuando competía con otros. A veces ganaba y otras perdía y siempre había alguien que era más rápido o tenía más o sabia más …. ¡Que stress!
Creo que no hay nada que traiga más felicidad que despertar cada día más a la conciencia, ser capaz de reconocer cuando es mi ego manifestándose y cuando logró conectar con el Espíritu. No hay día aburrido cuando estamos en esa búsqueda.
Photo by Robert Collins on Unsplash